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Mostrando entradas de abril, 2018

Día del Libro, 23 de abril

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“ De todos los instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones del brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y la imaginación ”   ― Jorge Luis Borges …”Hoy día sé que la única razón por la que leo es para sentirme menos sola, para establecer una conexión con una conciencia que no es la mía. Con ese fin, no puedo menos que depositar una fe cauta en la difícil asociación entre el lector y el escritor, esa discreta lucha para revelar la experiencia del mundo de un individuo a través del inestable medio que es el lenguaje.                                          Zadie Smith

Cadáver Exquisito

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Cadáver   exquisito Pero   todavía   caía   y Nada se   desata Todo se   adhiere aún más. La amplitud   del agua Intensifica la luz. …………………….. Si todos los   miércoles Lloviera…… Grupo: La escritura  del  tiempo. Rosario
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Encuentro                       por Yoko Ogawa y   Paul Auster Caminó mirando la hora una y otra vez, procurando no tropezar ni pisar nada que ensuciara su calzado. Detuvo apenas el andar para verificar frente a una vidriera que su vestimenta se mantuviera en perfecto estado. La prisa no daba lugar a la duda. El boulevar ofrecía lo de siempre: plátanos con sus encantadores frutos aterrizando como flechas en la cabellera. “Menos mal que no hay viento”. Suspiró. Fachadas que ostentaron reflejar poderío, muchas hoy convertidas en clínicas, instituciones, y en el mejor de los casos, bares invitando con su aroma irresistible. Recordó: “¿Un café en tu casa?” Al desconcertarse con esa propuesta no pudo más que solicitar la dirección. No ameritó más dudas… Disimuló mirar otra vidriera. Seguía todo más que bien. Avanzó una cuadra más y se detuvo ante la dirección indicada. La casa no era casa sino mansión de principios de siglo XX en perfecta y eficiente restauración y mantenimiento.

Caminata, relato de Lucía Castro

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Caminata Avanzo por la playa hacia el norte. La arena se siente fresca, suave. Muy llevadera. Málaga toma la delantera y explora la orilla; luego se acerca inquieta a la gente. Es una cocker bicolor, simpática. Suele recibir caricias y comentarios amistosos. Yo, de revote, una que otra mirada y continúo la marcha mientras respondo con una discreta sonrisa, casi siempre encantadora. Sí, lo sé. Es así. Me considero un ser encantador. Camino erguido y sin detenerme ante nada ni a nadie. Si compruebo que mi fiel compañera se demora más de lo previsto, silbo finito, muy bajo, y ella corre a mi encuentro ganando mis delicadas palmaditas en la cabeza. El ocaso muestra todo su esplendor. La gente huye: es su propio apocalipsis rutinario. Disfruto de la soledad de la playa. Del sonido embriagador del oleaje, unas veces tenue y otras furioso, temerario. Disfruto de la espuma fría, casi helada que llega mis pies descalzos, del golpe de alguna caracola acabada, de los cantos rodados. Tambi

Joven justo, a Santiago Maldonado por Sergio Cabrerizo

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El joven justo   En el lugar justo y   en el momento justo, murió el joven justo.   Justo cuando lo habían coronado con su confianza. Los indios, justamente, siempre taimados y recelosos con el huinca. Justo a manos de un estado gendarme que lo hunde en el agua; y los peces que se demoran en dar la noticia. Justo cuando sale del río convertido en gorrión, volando como queriendo mostrarse…como diciéndonos “acá estoy”. Justo cuando nadie lo veía y nos mirábamos inseguros, y andábamos maltrechos, y nos dábamos cuenta de que no era un mal sueño y mirábamos para arriba buscando un gorrión. Un gorrión que   nos diera seña. Y nada nos miraba y nada nos   hablaba. Justo es reconocer que todos teníamos más certezas que dudas; y si mirábamos el cielo, era para buscar cada uno su propio gorrión; ese que nos contara una historia diferente. Porque no es justo soportar   solos tanto dolor. Justo ahí, caímos en la cuenta de que   éramos miles mirando al cielo con la esperanza de   que