Entradas

Mostrando entradas de mayo, 2018

Carta a Roberto Bolaño; por Susana Rozas

Imagen
Carta a Roberto Bolaño Te preguntarás cómo me atreví y en qué calidad considero el tiempo. ¿ Por qué ahora? Tal vez, al terminar de leerme puedas comprender, seguramente. Esa afinidad insoslayable, hecha de recuerdos en común, actuó de imán, cetrera ave par a llegar acá. Hay una necesidad que quizás se deba al hecho de trabajar (no estoy siendo modesta en este punto) con las   palabras. Bueno, ahora lo sabés estoy atacada de literatura. Ser lector es una patología difícil de padecer. Solo quienes sufrimos de e ste sortilegio entendemos y vos lo has padecido. También otros, por ejemplo Cortázar y de niño. Entiendo que supe de vos cuando habías muerto ya. Fue entonces que me encontré con 2666. y en la página final, en el abismo de historias inacabadas, como un océ ano inexistente te habías ido y nadie me podía rescatar. Seguí toda tu vida, cuando leí Los detectives salvajes. Y te supe B elano. Sufriente escritor, humillado y soberbio. Enfermo, gastrítico y abstenio. A

Carta a Liz Taylor, de Pedro Lemebel

Imagen
P Carta a Liz Taylor (o esmeraldas egipcias para AZT) Así, querida Liz, sin saber si esta carta irá a ser leída por el calipso de tus ojos. Y más aún, conociendo tu apretada agenda, me permito sumarme a la gran cantidad de sidosos que te escriben para solicitarte algo. Tal vez un rizo de tu pelo, un autógrafo, una blonda de tu enagua. No sé, cualquier cosa que permita morir sabiendo que tú recibiste el mensaje. El caso es que yo no quiero morir, ni recibir un autógrafo impreso, ni siquiera una foto tuya con Montgomery Cliff en El árbol de la vida. Nada de eso, solamente una esmeralda de tu corona de Cleopatra, que usaste en el film, que según supe eran verdaderas. Tan auténticas, que una sola podría alargarme la vida por unos años más, a puro AZT. No quiero presionarte con lágrimas de maricocódrilo moribundo, tampoco despojarte de algo tan querido. Quizás, liberarte de esas gemas que cargan la maldición faraónica, y a la larga traen mala suerte, incitan a los ladrones a

Dos canciones, Edgardo

Imagen
¿Dónde estará la poesía? ¿En esa cotidianidad sospechosa? ¿Dónde están las palabras? ¿Serán esas reposando como cáscaras sobre un mármol blanco? ¿Cuál será la discusión? ¿La que tiene ritmo o sentido? ¿Cuál será la tormenta? ¿La que me recuerda, a  la última? Voy a un lugar irremediable Entre imágenes prósperas y márgenes Entre latidos y durmientes errantes Puertos con trabajadores Piernas que marchan Veredas de cines cerrados Colectivos humeantes Pasajes con balcones floridos Lugares llamados:   Antes Este papel que se tensa Es la foto de un paisaje En él, todo se condensa Hormigas y árboles Canoas y rio, risas trajes, enigma Desgracia Todo está inflado de sangre Al fin me detengo Pasó un instante Estoy parado en medio de la calle Una bocina me insulta Un hombre me ladra Un perro busca un amigo El extrañamiento está pasando Estoy bien               les digo Disculpen