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Ezeiza, cuento de Lucía Castro.

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Ezeiza. El cerámico brilla cual mármol de la catedral pulido por seminarista novato, recién llegado al claustro. Sus zapatos de charol se camuflan perfectamente. Sonríe mientras arrastra sin dificultad la liviana maleta de cuero negro. Los anuncios reiterados sacuden su corazón, haciéndola sentir cada vez más próxima a cumplir su sueño. Costó tanto, tantos retortijones… Días de idas y vueltas yendo a dormir bajo el rocío en la vereda de altas rejas negras de la vecina ciudad a La Bandera. Costó tanto papeleo apoyándose en las rejas y esperando que la extensa fila avance y así ingresar al Consulado. Costó tanto armar el próspero rompecabezas del árbol genealógico de parientes que sólo lo son allí. Ciudadanía prestada o regalada por un bisabuelo que ni en sueños inducidos conoció. Ciudadanía tan cómica, italiana, con un apellido demasiado español. Ciudadanía como llave de la puerta a su sueño. Ciudadanía ahora como un tesoro en su cartera de cuero original, jun

Lucía Serrano. Homenaje.

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¿DONDE ESTARÁN? Busco a los que no están, como si no existieran aquellas nuestras fábulas soberbias, nuestro sabor perdido en los olvidos, antiguo tiempo donde la inocencia era bailar desnudos,  desafiar melodías. Imposibles silencios, van creando una mitología que a nadie satisface, y el mundo es irreal para acompañar los sueños de aquella pasión que desafiaba el polvo de todos los caminos ¿Dónde estarán el cielo y el infierno, el puñal escondido, la sórdida canción que enamoraba nuestros pasos para seguir despiertos, imaginando que el tiempo nos haría llegar al destino anhelado y soberbio que teníamos? Ráfaga peleando en todos los suburbios, creando la leyenda de las sombras bajo los puentes oscuros donde ninguno de nosotros llegó. LUCÍA CRISTINA SERRANO NO HUBO VENGANZA ¿de quién son estas manos? ¿de quien esos besos? ¿para quién las palabras? ¿adonde las furias? ¿adónde Troya avergonzada? ¿adónde la luz de Atenas alumbrando? El rey desa

El changuito del tiempo, de Gustavo Olaiz

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El changuito del tiempo Me aconsejaron que no subiera a la montaña. Algunos ofrecieron su casa o una cama para dormir un rato. Igual quise volver manejando esa misma noche. Uno es joven y se siente dueño del mundo y que todo lo puede. Trepé la montaña como si fuera un veterano. Lo que hubiera hecho un experto es verificar si el tanque tenía nafta suficiente. El motor empezó a ratear, en cada curva el problema mejoraba y volvía a empeorar. Luego no lo pude arrancar. Intenté volver por el camino ayudado por la pendiente nomás, un silencioso desplazamiento del vehículo iluminado, freno de mano… no hubo caso debí dejar el auto contra el cerro, perdido el envión y la pendiente. En vez de dormir un poco en el auto hasta que amaneciera, otra vez me eché a caminar montaña abajo con un bidón. No alcanzaba a ver auto alguno ni subiendo ni bajando. La ladera era como un enorme balcón a la noche. Las estrellas y la luna se exhibían diferente, como más cercanas. En realidad en la ciud

Haikus de Sergio Cabrerizo.

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Haikus Luz que refulge Cristales  que estallan La luna triste. La primavera Con abejas y flores Alegra al pueblo. Suenan campanas Repican que repican Y el grillo duerme. Noche que pena Gente que pena y pena Ríen gendarmes Mosca en el vidrio Choques que se repiten Estruendo mudo. Cuando di una flor Y guardé su perfume Algo en mí lloró.               Sergio Cabrerizo.

Sucede que regreso al río, Raúl Bartomé.

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Sucede Que regreso al río -arteria de mi infancia- Con sombras y campanadas Mis juegos acompañaron Su mirada Por pampas    planetarias.                                Fui libre Hay un sutil silencio obligado: El paso de un ser perdido… Regresé a la existencia Agradecido y amante Esencia y sentido:                                   Potencia y acto. Cristalicé   un momento El del camino transitado Y el río fue… Noviembre y sus frutos También era el tiempo Vasto En la verde pampa                                    Sin río Aquí están   el pan el vino la mesa Mis menesteres, mi vida                  Mi río.         Raúl Bartolomé

Lo bello y lo triste, también; texto de Mercedes Castro

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Lo bello y lo triste, también. El dormitorio, que también fue sala de juegos y cuentos, devino en cuna de viejo. Los juguetes y libros mutaron en medicina occidental y ungüentos mágicos, que preparó su compañera. Cuando entró el chamán, el clan se aproximó en círculo. Estaban todos. El guerrero abrió el ojo ante la mención de su nombre por el médico brujo y hasta esbozó una broma. No todo está dicho, pensó con un dejo de optimismo. Hace u nos meses que, sólo la amorosa compañía lo sostiene, como a los 3, como a los 28, como siempre, porque la pulsión de vida es más fuerte. Entonces, urgen los perdones largos, las caricias tardías, los deseos de mitigar las tristezas, los reconocimientos y agradecimientos. También, desea un futuro para su descendencia porque otro mundo es posible. Siempre fue correcto con los de afuera. Ahora quiere serlo antes que nada con los suyos. Duerme y despierta con dificultad.  Y aunque se aferra a la vida con envidiable tenacidad, una pa

Carta a Roberto Bolaño; por Susana Rozas

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Carta a Roberto Bolaño Te preguntarás cómo me atreví y en qué calidad considero el tiempo. ¿ Por qué ahora? Tal vez, al terminar de leerme puedas comprender, seguramente. Esa afinidad insoslayable, hecha de recuerdos en común, actuó de imán, cetrera ave par a llegar acá. Hay una necesidad que quizás se deba al hecho de trabajar (no estoy siendo modesta en este punto) con las   palabras. Bueno, ahora lo sabés estoy atacada de literatura. Ser lector es una patología difícil de padecer. Solo quienes sufrimos de e ste sortilegio entendemos y vos lo has padecido. También otros, por ejemplo Cortázar y de niño. Entiendo que supe de vos cuando habías muerto ya. Fue entonces que me encontré con 2666. y en la página final, en el abismo de historias inacabadas, como un océ ano inexistente te habías ido y nadie me podía rescatar. Seguí toda tu vida, cuando leí Los detectives salvajes. Y te supe B elano. Sufriente escritor, humillado y soberbio. Enfermo, gastrítico y abstenio. A