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Mostrando entradas de diciembre, 2017

Pasaje del año, Carlos Drummond de Andrade

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PASAJE DEL AÑO El último día del año no es el último día del tiempo. Otros días vendrán y nuevos muslos y vientres te comunicarán el calor de la vida. Besarás bocas, rasgarás papeles, harás viajes y tantas celebraciones de aniversario, graduación, promoción, gloria, dulce muerte con sinfonía y coral, que el tiempo quedará repleto y no oirás el clamor, los irreparables aullidos del lobo, en la soledad. El último día del tiempo no es el último día de todo. Queda siempre una franja de vida donde se sientan dos hombres. Un hombre y su contrario, una mujer y su pie, un cuerpo y su memoria, un ojo y su brillo, una voz y su eco, y quien sabe si hasta Dios… Recibe con simplicidad este presente del acaso. Mereciste vivir un año más. Desearías vivir siempre y agotar la borra de los siglos. Tu padre murió, tu abuelo también. En ti mismo mucha cosa ya expiró, otras acechan la muerte, pero estás vivo. Una vez más estás vivo. Y con

Segunda versión, relato de Edgardo Plecito

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Segunda versión Este fue el último relato que publicó Rodolfo Pedernera:   Efraín  trabajaba como depostador en un frigorífico. Usaba una cuchilla de unos treinta centímetros, de buen acero. Era su herramienta de trabajo, la guardaba en un cajón de la cocina, pero sólo la usaba él. Fue uno de los primeros habitantes de este pueblo erigido  a orillas del Paraná allá por el 1.900, aledaño a la ciudad de Rosario,  la cultura de la pesca y la caza tenían gran arraigo en sus residentes. Como todos los viernes, salió a las seis de la tarde de su jornada laboral; buscó su bolso de pesca, se puso las botas, y en la derecha metió su cuchilla, agarró a su hijo de seis años, saludó a su mujer embarazada y rumbeó para  la costa que quedaba a medio  kilómetro.    Camino al río, entre  la última manzana del pueblo y el sendero de la rivera, vivía el viejo Madrugada. Sus perros grandes y feroces estaban todo el día en la calle, a su dueño no le importaba que éstos ocasionaran problemas 

Poema de Navidad, Vinicius de Moraes

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Poema de Navidad Para eso fuimos hechos:                                       Para eso fuimos hechos: para recordar y ser recordados para llorar y hacer llorar para enterrar a nuestros muertos- por eso tenemos brazos largos  para los adioses manos para coger lo que fue dado dedos para cavar la tierra. Así será nuestra vida: una tarde siempre para olvidar una estrella apagándose en la tiniebla un camino entre dos túmulos- por eso precisamos velar hablar bajo, pisar leve, ver la noche dormir en silencio. No hay mucho que decir: una canción sobre una cuna un verso, tal vez de amor un rezo por quién se va- pero que esa hora no olvide y por ella nuestros corazones se abandonen graves y simples. Porque para eso fuimos hechos: para la esperanza en el milagro para la participación de la poesía para ver el rostro de la muerte- de repente nunca más esperaremos… de la muerte, apenas nacemos, inmensamente.                   (Vinicius de Mor

El alma del pájaro, Marta Enrique

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El alma del pájaro Te conté que tengo un pájaro en el pecho Con las alas a medio batir lo hallé una tarde Por un sendero entrerriano solitario De arena, espinillos y chaneares. Lo levanté  temblando entre mis manos De mis labios bebió la última gota Y al expirar en el último aleteo Me quedó el alma del pájaro en la boca. Desde entonces, como él ando cantando Herida el alma y con las alas rotas Pero libre en la expresión y el sentimiento Sin ataduras como alas al viento. Aunque mi canto es a veces plañidero Donde se escapa alguna pena loca No podrán nunca enjaular la idea Ni las palabras en vuelo de mi boca.               Marta Enrique (del libro “Hecha vuelo”)                             Marta Enrique Coordina: Susana Rozas

Elegía; Miguel Hernández

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Poeta y dramaturgo español. Nació el 30 de octubre de 1910 en Orihuela (Alicante). Hijo de un pastor de cabras. Estudió en el colegio de los jesuitas aunque abandonó muy pronto para ganarse la vida como lechero y pastor, ya por entonces era un aficionado a la lectura sobre todo de la poesía clásica española. Miguel Hernández estuvo interesado por el teatro y asistía a representaciones que se celebraban en la Casa del Pueblo de Orihuela, incluso llegó a participar en alguna de ellas. Publica algunos poemas en el periódico de Orihuela y la revista El Gallo Crisis. Miguel Hernández formó parte de la tertulia literaria, en Orihuela, de Efrén Fenoll y Ramón Sijé del que fue gran amigo. En los años 30 viaja a Madrid, busca trabajo pero, pese a sus esfuerzos, no lo consigue. Lleva sus versos al escritor Ernesto Giménez Caballero director de La Gaceta Literaria, una de las mejores revistas literarias del momento, pero no logra que se los publiquen. Publicó, esta vez en la revista Cruz y Ra