Lo bello y lo triste, también; texto de Mercedes Castro



Lo bello y lo triste, también.


El dormitorio, que también fue sala de juegos y cuentos, devino en cuna de viejo.


Los juguetes y libros mutaron en medicina occidental y ungüentos mágicos, que preparó su compañera.
Cuando entró el chamán, el clan se aproximó en círculo. Estaban todos. El guerrero abrió el ojo ante la mención de su nombre por el médico brujo y hasta esbozó una broma. No todo está dicho, pensó con un dejo de optimismo.
Hace unos meses que, sólo la amorosa compañía lo sostiene, como a los 3, como a los 28, como siempre, porque la pulsión de vida es más fuerte.
Entonces, urgen los perdones largos, las caricias tardías, los deseos de mitigar las tristezas, los reconocimientos y agradecimientos. También, desea un futuro para su descendencia porque otro mundo es posible. Siempre fue correcto con los de afuera. Ahora quiere serlo antes que nada con los suyos.
Duerme y despierta con dificultad. 
Y aunque se aferra a la vida con envidiable tenacidad, una parte suya debe estar preparando el viaje.
Yo lo sé. Y me sonrío y me sumerjo en su sueño.
Anda sobrevolando los valles del País de las manzanas, descansando en un monte piu bello de Campobasso, discurriendo con sus compañeros de la UBC de Avellaneda. Para volver a la ciudad obrera en la que se aquerenció. Al otro lado de la vía, dónde están los marcados por yaguareté. 
Y entonces, lo veo y escucho, con la ceja levantada y el rabillo del ojo alerta, nos recuerda que las cartas no están echadas, que la organización vence al tiempo y que la vida con todo lo triste también es muy hermosa y vale la pena ser vivida.




Roberto e Inés Castro




Comentarios

Entradas populares de este blog

Pasaje del año, Carlos Drummond de Andrade

Caballo Bifronte, novela experimental. Marcelo J. Valenti-Susana Rozas

Poema de Navidad, Vinicius de Moraes